Una película y un documental se están grabando y mutuamente se aceleran y frenan.
Emilio, el protagonista, trata de levantar un documental sobre la depresión, cuyo guión conoceremos en parte, e intenta encontrar financiación para poder levantarlo y poder hacerlo; mínimo equipo de rodaje y post producción para terminarlo y distribuidor para pasarle en salas.
Son esas penurias que le van impacientando y retrayendo al no encontrar lo que requiere. Escribe, se entrevista con gente, consigue entregar su guión en productoras, pero la financiación no parece posible pese a que lo han arrancado y avanza.
Su idea del divorcio que decidió llevar a cabo, le va dando quebraderos de cabeza y el proceso de disolución y alejamiento que experimentaron sus amistades, cuando comenzaron a sobrepasar la cincuentena, unido a que ha puesto el dinero inicial y no consigue más, le trae tantos sinsabores, como para que se encuentre frente a una más que presumible depresión latente, que amenaza con tumbarlo todo.
Sin mediar flash-back alguno, según avanza el relato, sobreviene un regurgitar situaciones pasadas y en teoría más que superadas. Cotidianamente mira al cielo y cotidianamente ve óleos sobre su cabeza; como el protagonista de “El Irlandés”, hace el gesto de tirar un fusco al Manzanares, sin otro objetivo que desprenderse de algo que padece pero no puede palabra siquiera. Tropieza sistemáticamente en la misma piedra al salir de su casa y a pleno sol, atraviesa franjas de lluvia intensa que sólo le caen a él.
Así hasta que explota y en plena grabación de un intento de reproducción del cuadro del Bosco, “Extracción de una piedra de la Locura”, suspende el rodaje y con él, también cancela el documental.
A Merced De Una Corriente Salvaje. SINOPSIS
ResponderEliminarSinopsis.-
Una película y un documental se están grabando y mutuamente se aceleran y frenan.
Emilio, el protagonista, trata de levantar un documental sobre la depresión, cuyo guión conoceremos en parte, e intenta encontrar financiación para poder levantarlo y poder hacerlo; mínimo equipo de rodaje y post producción para terminarlo y distribuidor para pasarle en salas.
Son esas penurias que le van impacientando y retrayendo al no encontrar lo que requiere.
Escribe, se entrevista con gente, consigue entregar su guión en productoras, pero la financiación no parece posible pese a que lo han arrancado y avanza.
Su idea del divorcio que decidió llevar a cabo, le va dando quebraderos de cabeza y el proceso de disolución y alejamiento que experimentaron sus amistades, cuando comenzaron a sobrepasar la cincuentena, unido a que ha puesto el dinero inicial y no consigue más, le trae tantos sinsabores, como para que se encuentre frente a una más que presumible depresión latente, que amenaza con tumbarlo todo.
Sin mediar flash-back alguno, según avanza el relato, sobreviene un regurgitar situaciones pasadas y en teoría más que superadas.
Cotidianamente mira al cielo y cotidianamente ve óleos sobre su cabeza; como el protagonista de “El Irlandés”, hace el gesto de tirar un fusco al Manzanares, sin otro objetivo que desprenderse de algo que padece pero no puede palabra siquiera.
Tropieza sistemáticamente en la misma piedra al salir de su casa y a pleno sol, atraviesa franjas de lluvia intensa que sólo le caen a él.
Así hasta que explota y en plena grabación de un intento de reproducción del cuadro del Bosco, “Extracción de una piedra de la Locura”, suspende el rodaje y con él, también cancela el documental.